viernes, 12 de octubre de 2018


Unicornio



¿Cómo es que el unicornio, esa “bestia… que jamás fue” (Rilke, 79), tiene lugar tan destacado en nuestra imaginación-aún ahora, 3.000 años después de haber aparecido por primera vez en la mitología China? ¿Por qué está él todavía vivo en nuestras mentes? Umberto Eco responde: “El Unicornio… es como una huella. Si la impresión existe, debe haber habido algo de lo cual es huella… Es la huella de una idea” (Eco, 317). La idea encarnada en ese imaginario animal aparece en diferentes imágenes en diferentes momentos y lugares, aunque algunos hilos corren a través de todos ellos: Él es un animal salvaje, solitario, de gran fuerza y agilidad, con un único cuerno en el centro de su frente. No puede ser capturado vivo excepto mediante artimañas. Tiene poderes mágicos.

Los unicornios eran de especial fascinación en el Occidente durante las épocas medievales cristianas. Pero siglos antes, la épica Hindú Mahabharata  contaba de un unicornio con cuerpo humano llamado “cuerno Gazelle”, atraído desde su solitaria vida campestre por la bella hija de un rey, porque se había dicho que no llovería en el reino hasta que el unicornio viniera al palacio real. El unicornio chino, Chí-Lin, tiene forma de animal y también vive solo en el campo. Su cuerpo da luz y tiene una voz como una campana de monasterio. No causa daño, ni siquiera a las plantas. Encarna benevolencia, sabiduría y larga vida. (Vive un millón de años.) Es visto raras veces y solo cuando hombres virtuosos gobiernan el reino.

Por contraste, considere antiguas imágenes occidentales: el médico griego Ctesias (400 a.C.) escribió haber avistado unicornios en Persia cuyos cuernos eran usados para curar la epilepsia y el envenenamiento. Megasthenes (300 a.C.) describió la terrible estruendosa voz y la salvaje beligerancia de los unicornios en India (Gotfredsen, 19, 21). Cuando la Biblia Hebrea fue por primera vez traducida al griego (aproximadamente 250 a.C), la palabra griega “unicornio” fue usada para expresar la palabra hebrea re-em. (Este uso continuó hasta el siglo veinte). Este “unicornio” bíblico fue una imagen de poder espiritual y de fieras energías destructivas disponibles a través de Yavé.

Dos de nuestras imágenes muestran lo que sucedió a este unicornio salvaje durante la Edad Media Cristiana: él está contenido –en los brazos de una doncella pura en una de las imágenes y en la otra, en un jardín floreado encerrado. En ambas imágenes lo sujetan demasiado débilmente como para retenerlo. Evidentemente él está allí por propia decisión. El simbolismo cristiano combinó la fiereza del unicornio, que penetra la naturaleza espiritual con una benevolencia amorosa; fue imaginado como una metáfora de Cristo. Su atracción legendaria a la esencia de la virginidad (se ha dicho tradicionalmente que reposa su cabeza en el regazo de una virgen, o que mama de su pecho y así él mismo se deja capturar) fue interpretado en términos de la voluntad del espíritu para ser encarnado a través del cuerpo de la Virgen María. Su cacería y su muerte sangrienta fue vista como una imagen de la Crucifixión; su contención final, atado por la cadena del amor y encerrado en un jardín, era una imagen de la resurrección de Cristo y de la transformación de una divinidad iracunda en una amorosa.

A través de este período y posteriormente, se le atribuyeron poderes mágicos al unicornio y especialmente a su cuerno: detectar veneno, purificar aguas contaminadas de manera que otros animales pudieran beber con seguridad, sanar heridas y enfermedades. En nuestro tiempo, el unicornio retiene su misterio y su fascinación. Ahora podemos pensar de él como un visitante del mundo interno, el reino psíquico y sentir sus rarezas, su intensidad, que está de alguna forma combinada con el poder para sanar y contrarrestar los venenos de la vida. Este hermoso espíritu animal vive en lugares oscuros escondido de la naturaleza humana, que podemos llamar hoy el inconsciente y sólo aparece fugazmente y aparentemente sin entusiasmo en nuestro ordinario mundo diurno. Él es conocido por las personas creativas, que dan la bienvenida a su poderosa energía dinámica que es penetrante y enfocada, como su único y perfecto cuerno.

Eco, Umberto. El nombre de la Rosa. San diego, CA, 1983.
Gotfredsen, Lise. El Unicornio. NT, 1999.
Rilke, Rainer María. Los Sonetos a Orfeo. NY, 1985

(del Libro de Imágenes arquetipales “The Book of Symbols”, pag. 696)