Unicornio
¿Cómo es que el unicornio, esa “bestia… que jamás fue” (Rilke, 79), tiene lugar
tan destacado en nuestra imaginación-aún ahora, 3.000 años después de haber aparecido
por primera vez en la mitología China? ¿Por qué está él todavía vivo en
nuestras mentes? Umberto Eco responde: “El Unicornio… es como una huella. Si la
impresión existe, debe haber habido algo de
lo cual es huella… Es la huella de una idea” (Eco, 317). La idea encarnada
en ese imaginario animal aparece en diferentes imágenes en diferentes momentos
y lugares, aunque algunos hilos corren a través de todos ellos: Él es un animal
salvaje, solitario, de gran fuerza y agilidad, con un único cuerno en el centro
de su frente. No puede ser capturado vivo excepto mediante artimañas. Tiene
poderes mágicos.
Los unicornios eran de especial fascinación en el Occidente durante las
épocas medievales cristianas. Pero siglos antes, la épica Hindú Mahabharata contaba de un unicornio con cuerpo humano
llamado “cuerno Gazelle”, atraído desde su solitaria vida campestre por la bella
hija de un rey, porque se había dicho que no llovería en el reino hasta que el
unicornio viniera al palacio real. El unicornio chino, Chí-Lin, tiene forma de
animal y también vive solo en el campo. Su cuerpo da luz y tiene una voz como
una campana de monasterio. No causa daño, ni siquiera a las plantas. Encarna
benevolencia, sabiduría y larga vida. (Vive un millón de años.) Es visto raras
veces y solo cuando hombres virtuosos gobiernan el reino.
Por contraste, considere antiguas imágenes occidentales: el médico griego
Ctesias (400 a.C.) escribió haber avistado unicornios en Persia cuyos cuernos
eran usados para curar la epilepsia y el envenenamiento. Megasthenes (300 a.C.)
describió la terrible estruendosa voz y la salvaje beligerancia de los
unicornios en India (Gotfredsen, 19, 21). Cuando la Biblia Hebrea fue por
primera vez traducida al griego (aproximadamente 250 a.C), la palabra griega
“unicornio” fue usada para expresar la palabra hebrea re-em. (Este uso continuó hasta el siglo veinte). Este “unicornio” bíblico
fue una imagen de poder espiritual y de fieras energías destructivas
disponibles a través de Yavé.
Dos de nuestras imágenes muestran lo que sucedió a este unicornio salvaje
durante la Edad Media Cristiana: él está contenido –en los brazos de una
doncella pura en una de las imágenes y en la otra, en un jardín floreado
encerrado. En ambas imágenes lo sujetan demasiado débilmente como para retenerlo.
Evidentemente él está allí por propia decisión. El simbolismo cristiano combinó
la fiereza del unicornio, que penetra la naturaleza espiritual con una
benevolencia amorosa; fue imaginado como una metáfora de Cristo. Su atracción
legendaria a la esencia de la virginidad (se ha dicho tradicionalmente que
reposa su cabeza en el regazo de una virgen, o que mama de su pecho y así él
mismo se deja capturar) fue interpretado en términos de la voluntad del
espíritu para ser encarnado a través del cuerpo de la Virgen María. Su cacería
y su muerte sangrienta fue vista como una imagen de la Crucifixión; su contención
final, atado por la cadena del amor y encerrado en un jardín, era una imagen de
la resurrección de Cristo y de la transformación de una divinidad iracunda en
una amorosa.
A través de este período y posteriormente, se le atribuyeron poderes mágicos
al unicornio y especialmente a su cuerno: detectar veneno, purificar aguas
contaminadas de manera que otros animales pudieran beber con seguridad, sanar
heridas y enfermedades. En nuestro tiempo, el unicornio retiene su misterio y
su fascinación. Ahora podemos pensar de él como un visitante del mundo interno,
el reino psíquico y sentir sus rarezas, su intensidad, que está de alguna forma
combinada con el poder para sanar y contrarrestar los venenos de la vida. Este
hermoso espíritu animal vive en lugares oscuros escondido de la naturaleza
humana, que podemos llamar hoy el inconsciente y sólo aparece fugazmente y
aparentemente sin entusiasmo en nuestro ordinario mundo diurno. Él es conocido
por las personas creativas, que dan la bienvenida a su poderosa energía dinámica
que es penetrante y enfocada, como su único y perfecto cuerno.
Eco, Umberto. El nombre de la Rosa.
San diego, CA, 1983.
Gotfredsen, Lise. El Unicornio.
NT, 1999.Rilke, Rainer María. Los Sonetos a Orfeo. NY, 1985
(del Libro de Imágenes arquetipales “The Book of Symbols”, pag. 696)