viernes, 12 de octubre de 2018


Unicornio



¿Cómo es que el unicornio, esa “bestia… que jamás fue” (Rilke, 79), tiene lugar tan destacado en nuestra imaginación-aún ahora, 3.000 años después de haber aparecido por primera vez en la mitología China? ¿Por qué está él todavía vivo en nuestras mentes? Umberto Eco responde: “El Unicornio… es como una huella. Si la impresión existe, debe haber habido algo de lo cual es huella… Es la huella de una idea” (Eco, 317). La idea encarnada en ese imaginario animal aparece en diferentes imágenes en diferentes momentos y lugares, aunque algunos hilos corren a través de todos ellos: Él es un animal salvaje, solitario, de gran fuerza y agilidad, con un único cuerno en el centro de su frente. No puede ser capturado vivo excepto mediante artimañas. Tiene poderes mágicos.

Los unicornios eran de especial fascinación en el Occidente durante las épocas medievales cristianas. Pero siglos antes, la épica Hindú Mahabharata  contaba de un unicornio con cuerpo humano llamado “cuerno Gazelle”, atraído desde su solitaria vida campestre por la bella hija de un rey, porque se había dicho que no llovería en el reino hasta que el unicornio viniera al palacio real. El unicornio chino, Chí-Lin, tiene forma de animal y también vive solo en el campo. Su cuerpo da luz y tiene una voz como una campana de monasterio. No causa daño, ni siquiera a las plantas. Encarna benevolencia, sabiduría y larga vida. (Vive un millón de años.) Es visto raras veces y solo cuando hombres virtuosos gobiernan el reino.

Por contraste, considere antiguas imágenes occidentales: el médico griego Ctesias (400 a.C.) escribió haber avistado unicornios en Persia cuyos cuernos eran usados para curar la epilepsia y el envenenamiento. Megasthenes (300 a.C.) describió la terrible estruendosa voz y la salvaje beligerancia de los unicornios en India (Gotfredsen, 19, 21). Cuando la Biblia Hebrea fue por primera vez traducida al griego (aproximadamente 250 a.C), la palabra griega “unicornio” fue usada para expresar la palabra hebrea re-em. (Este uso continuó hasta el siglo veinte). Este “unicornio” bíblico fue una imagen de poder espiritual y de fieras energías destructivas disponibles a través de Yavé.

Dos de nuestras imágenes muestran lo que sucedió a este unicornio salvaje durante la Edad Media Cristiana: él está contenido –en los brazos de una doncella pura en una de las imágenes y en la otra, en un jardín floreado encerrado. En ambas imágenes lo sujetan demasiado débilmente como para retenerlo. Evidentemente él está allí por propia decisión. El simbolismo cristiano combinó la fiereza del unicornio, que penetra la naturaleza espiritual con una benevolencia amorosa; fue imaginado como una metáfora de Cristo. Su atracción legendaria a la esencia de la virginidad (se ha dicho tradicionalmente que reposa su cabeza en el regazo de una virgen, o que mama de su pecho y así él mismo se deja capturar) fue interpretado en términos de la voluntad del espíritu para ser encarnado a través del cuerpo de la Virgen María. Su cacería y su muerte sangrienta fue vista como una imagen de la Crucifixión; su contención final, atado por la cadena del amor y encerrado en un jardín, era una imagen de la resurrección de Cristo y de la transformación de una divinidad iracunda en una amorosa.

A través de este período y posteriormente, se le atribuyeron poderes mágicos al unicornio y especialmente a su cuerno: detectar veneno, purificar aguas contaminadas de manera que otros animales pudieran beber con seguridad, sanar heridas y enfermedades. En nuestro tiempo, el unicornio retiene su misterio y su fascinación. Ahora podemos pensar de él como un visitante del mundo interno, el reino psíquico y sentir sus rarezas, su intensidad, que está de alguna forma combinada con el poder para sanar y contrarrestar los venenos de la vida. Este hermoso espíritu animal vive en lugares oscuros escondido de la naturaleza humana, que podemos llamar hoy el inconsciente y sólo aparece fugazmente y aparentemente sin entusiasmo en nuestro ordinario mundo diurno. Él es conocido por las personas creativas, que dan la bienvenida a su poderosa energía dinámica que es penetrante y enfocada, como su único y perfecto cuerno.

Eco, Umberto. El nombre de la Rosa. San diego, CA, 1983.
Gotfredsen, Lise. El Unicornio. NT, 1999.
Rilke, Rainer María. Los Sonetos a Orfeo. NY, 1985

(del Libro de Imágenes arquetipales “The Book of Symbols”, pag. 696)

martes, 26 de febrero de 2013

El niño/Los niños


La encarnación de las potencialidades; posibilidades del futuro; simplicidad; inocencia. El niño, o hijo, simboliza también la transformación más elevada de la individualidad, el yo transmutado y renacido a la perfección (J.C. Cooper, 2004)


Símbolo del futuro, en contraposición al anciano que significa el pasado, pero también símbolo de la etapa en que el anciano se transforma y adquiere una nueva simplicidad, como predicara Nietzsche en Así hablaba Zaratustra, al tratar de las “tres transformaciones”. De ahí su concepción como “centro místico” y como “fuerza juvenil que despierta”. En la iconografía cristiana, surgen los niños con frecuencia como ángeles; en el plano estético, como putti de los grutescos y ornamentos barrocos; en lo tradicional, son los enanos o cabiros. En todos los casos, según Jung y Kerenyi, simbolizan fuerzas formativas del inconsciente de carácter benéfico. Psicológicamente, el niño es el hijo del alma, el producto de la coniunctio entre el inconsciente y el consciente, se sueña con ese niño cuando una gran metamorfosis espiritual va a producirse bajo signo favorable. El niño místico que resuelve enigmas y enseña la sabiduría es una figura arquetípica que lleva esa misma significación al plano de lo mítico, es decir, de lo general colectivo. Es un aspecto del niño heroico que libra al mundo de monstruos. En alquimia, el niño coronado o revestido de hábito real es el símbolo de la piedra filosofal, es decir, del logro supremo de la identificación mística con el “dios en nosotros” y lo eterno. No puede hablarse del simbolismo del niño sin aludir a la famosa y misteriosa IV Égloga de Virgilio, que dice: “Comienza ahora de nuevo la poderosa carrera del año / Vuelve Virgo, Saturno domina otra vez / Y una nueva generación desciende del Cielo a la Tierra/Bendice el nacimiento del Niño, oh casta Lucina / que despide a la edad de hierro y es el alba de la de oro”, égloga que se ha considerado profética (Cirlot, 1995)

martes, 19 de febrero de 2013

El enano






Los Daktyloi o “deditos”, son los diez hijos de la Gran Madre Rhea. Ellos emergieron cuando, en los dolores del parto de Zeus, ella enterró sus dedos en la tierra. Los Daktyloi son enanos artesanos, dotados y generativos, que evocan la sabiduría y creatividad de los impulsos inconscientes que la conciencia tiende a pasar por alto (ARAS, 2010)

Los enanos son generalmente considerados como los símbolos de las fuerzas ocultas, del ingenio y del conocimiento de los tesoros escondidos; juegan un rol ambiguo en las supersticiones populares, así son las criaturas que pertenecen a un orden relativamente antiguo de la creación. En la época de los gigantes encarnaban un universo anterior a la humanidad, ellos le temen a los hombres y cuidan celosamente sus tesoros en las profundidades de la tierra; a pesar de su pequeño tamaño disponen de una fuerza colosal y se dice que así como los Korrigans los enanos de las leyendas bretonas edificaron los megalitos. En la mitología escandinava, los enanos y los Albes, sobre todo los Albes negros son tenidos por criaturas muy ingeniosas, pero muy hostiles hacia los humanos ya que poseen poderes mágicos y uno no los puede vencer más que con la trampa –por ejemplo, enseñándole a jugar a las adivinanzas y haciéndolos que les llegue un rayo de sol que los golpee y los convierta en piedra. En razón del sitio donde viven (las entrañas de la tierra), los enanos están en relación con el mundo de los muertos y son considerados ellos mismos “en tanto que gente pequeña” una suerte de criaturas del más allá. Las leyendas populares los presentan como criaturas naturales difíciles de distinguir, caprichosas y malvadas, pero que se pueden mostrar alguna vez serviciales y agradecidas. Aparecen generalmente con la apariencia de viejos hombres pequeños, algunas veces con patas de ave, -los “enanos de jardín” son símbolos de las energías bondadosas que favorecen los productos de la tierra. Esta concepción se remonta posiblemente a las teorías pre-cristianas sobre los misteriosos protectores de los reinos ctónicos, y es Paracelso (1493-1541) que la formula al comienzo de la época moderna (los gnomos guardianes del elemento tierra). En las leyendas de los mineros criaturas similares aparecen también como guardianes de los filones de metales preciosos, castigan a los mineros groseros, agalludos, pero salvan a los mineros educados y corteses con ellos. –En lenguaje simbólico uno pone sobre todo en el primer plano el carácter malicioso de los enanos así como la ausencia de control sobre ellos mismos. –En el nuevo mundo, igualmente, (particularmente en la América Central) las leyendas sobre los enanos son muy frecuentes, las pequeñas criaturas naturales se asocian a las cavernas de la caza, la lluvia, la fecundidad o a la sexualidad (“Chanekes” en Veracruz, “Tlaloques” en las tierras aztecas). –En la mitología hindú el enano se llama Vamana es la quinta encarnación (Avatar) del dios Vishnú es capaz de recorrer mundo en diez zancadas y de aplastar al demonio Bali (Biedermann, 1989)

Símbolo ambivalente. Como los dáctilos, duendes, gnomos, personificación de los poderes que quedan virtualmente fuera del campo consciente. En el folklore y la mitología, aparecen como seres de inocente carácter maléfico, con ciertos rasgos infantiles de conformidad con su pequeño tamaño, pero también como entes protectores o cabiros (Grecia), siendo éste el caso de los “enanos del bosque” de la Bella durmiente. Según Jung, en el plano psicológico pueden considerarse como guardianes del umbral del inconsciente (OC 12). Ahora bien, la pequeñez puede ser también signo de deformidad, anormalidad e inferioridad y por ello, en las imágenes de Shiva danzante, la deidad es representada bailando sobre el cuerpo postrado de un demonio enano, el cual simboliza la “ceguera de la vida”, la ignorancia del hombre (su pequeñez). La victoria sobre ese demonio significa obtener la verdadera sabiduría. Es probable que un concepto similar animara al escultor renacentista León Leoni, cuando esculpió la efigie de Carlos I dominando al Furor (Cirlot, 1995)
Cabires: espíritus que permanecen aún hoy mayormente en el misterio, los cabires aparecieron tanto ligados a Hefestos, el dios de la forja, algunas veces como sus hijos, luego a Deméter y luego a los hermanos gemelos de Helena, los dioscuros Castor y Pólux. Aparentemente originarios de las cercanías de Troya, ellos eran venerados principalmente en la isla de Samotracia donde les consagraban misterios casi tan importantes como los de Eléusis. Herodoto cuenta que les adoraban en Egipto, pero parece que los griegos antiguos tenían cierto rechazo a nombrarlos abiertamente sin duda porque, probablemente fálicos por otra parte, los cabires remitían a la esencia misma de la energía cósmica que animaba a los dioses mismos. Su simbolismo permanece bastante vivo aún hoy desde que C. G. Jung, por ejemplo, los redescubrió inconscientemente en sus experiencias interiores y hace referencia explícita: “cuando estuve en Inglaterra yo tallé dos figuras semejantes a un pequeño anciano esculpido en su infancia sobre una pequeña rama, … de hecho yo reproduje una pequeña figura en tamaño más grande en piedra; ella se encuentra en mi jardín de Küsnacht. Es en aquel momento que el inconsciente me ha sugerido el nombre, nombrando a esta figura Atmavictu, breath of life- soplo de vida… en el fondo, todo este conjunto es un cabire envuelto en un manto en la Kista (ver Ciste: Arca, cofre), está provisto de una fuerza vital” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos). Según M-L von Franz: "Los enanos, al contrario de los gigantes, no son personificaciones de los afectos sino de los impulsos creativos".

martes, 12 de febrero de 2013

El hermafrodita/El andrógino


Llegar a ser uno es la meta de la vida humana. Orígenes y Gregorio Niseno distinguen un ser andrógino en el primer hombre creado a imagen de Dios. La deificación a la cual el hombre es convidado le permite hallar de nuevo tal androginia, perdida por el Adán diferenciado y restablecida gracias al nuevo Adán glorificado. … La androginia aparece como un símbolo de divinidad, de plenitud, de autarquía, de fecundidad, de creación. La bisexualidad divina se extiende a todos los grados de la participación. …La androginia aparece también como un signo de totalidad; restaura no solamente el estado del hombre original considerado como perfecto, sino el caos primitivo anterior a las separaciones creadoras; un caos que esta vez se ha vuelto ordenado, sin haber perdido nada de su riqueza, ni haber roto nada de su unidad. …Lo masculino y lo femenino no son sino uno de los aspectos de una multiplicidad de opuestos llamados a interpenetrarse de nuevo. …La Piedra filosofal se llama Rebis, “el ser doble… o el andrógino hermético… Rebis nace como consecuencia de la unión del Sol y de la Luna, o en términos alquímicos, de la unión entre el azufre y el mercurio”. …Toda oposición está llamada a abolirse por la unión de lo celestial y lo terrenal realizada por el hombre, cuya potencia debe ejercerse sobre el cosmos en su totalidad (Chevalier, 1999)

     
Desde el punto de vista de las ciencias humanas, y particularmente de la Psicología Analítica de C. G. Jung, esta concepción ha estado ligada al tema central de la totalidad del alma y del ser humano, ya que la tensión entre los dos polos no está siempre revestida de una significación sexual y que ella puede ser también interpretada según otros pares de opuestos donde las imágenes sexuales no serían más que los significantes. En la imaginería alquímica notablemente, el andrógino encarna los dos elementos originales que son azufre y mercurio (palabra por palabra “el azufre y el mercurio”, en sentido figurado “lo que arde y lo que fluye”): ellos están presentes en la materia original que constituye el punto de partida de la Gran Obra y después de una serie de purificaciones permite obtener la “piedra filosofal”, ellos representan la totalidad ideal. … La figura del andrógino expresa siempre la vuelta a la unidad original, a la totalidad del mundo paternal y maternal en su perfección divina donde se disuelven todas las oposiciones. La metamorfosis de Ovidio cuenta la historia de Hermafrodito donde el cuerpo está siempre fundido con el de la ninfa de las fuentes que se llama Salmasis; todos aquellos que venían a bañarse en la fuente se transformaba a su vez en hermafroditas (hermafrodito). Este tema ha golpeado bastante la imaginación humana por estar ampliamente tratado a través de los siglos y los cambios de cultura: Pierre Le Loyer en el siglo XVI, Tristán el eremita en el siglo XVII lo vuelven a utilizar en sus obras y la imagen del andrógino hará un retorno con mucha fuerza en la poesía romántica, pero sobre todo en la simbolista (Biedermann, 1989)


El Hermafrodita es una imagen que proviene de la alquimia y se hace posible, desde un plano interior, después de años de diferenciación: o sea, años de cortar, oponer y discriminar (Bly, 2004)

martes, 6 de noviembre de 2012

El vagabundo/El loco





El loco es el vagabundo, el que se va con los ojos en la lejanía. Junto con la Muerte (XIII) en el Tarot son los únicos personajes que están verdaderamente en marcha. El Loco tiene un extraño tocado amarillo, con un disco rojo en la extremidad trasera. Este punto rojo, ¿simboliza la última chispa de espíritu que le queda, su última riqueza, o no es más que un recuerdo del denario amarillo de igual dimensión que estaba en la mano del Prestidigitador, su primera riqueza? Ese Loco, que se aleja de nosotros llevando sobre los hombros en la punta de un palo blanco nudoso una suerte de bolsa que tiene un aire aplastado y vacío, es indiferente al gato que ha desgarrado sus zapatos y araña lo alto de su pierna derecha puesta al desnudo. Fardel, gato y pierna, manos y rostro tienen el mismo color carne y simbolizan, en cierto modo , el peso humano del Loco, los sentimientos, las ideas, los apremios, las riquezas, conscientes u oscuras que podrían retenerlo. También se puede uno preguntar si no es todo lo que ha acumulado tras de sí lo que justamente lo ahuyenta y hace escapar. Ciertamente lo que se lleva es bien escaso, pero lo ha escogido… ¿el Loco no simboliza en verdad algo más que un loco? … el Loco sugiere que hay otra vía, que es necesario buscar aún, que todo lo que hemos creído encontrar, adquirir o construir no es carga en su fardel. Para este viajero errante nada es fijo, nada está adquirido; …nos recuerda que subsiste siempre en nosotros una parte que se burla de las reglas y que, incluso de llegar a creer haberlas encontrado, nunca acabamos de andar y buscar. No tiene lugar determinado en el orden de los arcanos mayores, lo que puede afectarlos a todos… Simboliza así tanto lo irracional inherente a todo ser, confundido a menudo con lo inconsciente, como la sabiduría suprema de aquel que, al término de una larga búsqueda, por último ha aprendido en la luz de su conciencia que “parecer estar loco es el secreto de los sabios” (Esquilo)
 
(Tomado del “Diccionario de los Símbolos” de Jean Chevalier y Alain Gheerbrant. Ed. Herder, 1999)

martes, 18 de septiembre de 2012

El excremento



En los códices aztecas, la diosa Tlazolteotl se representa tragando y excretando incesantemente la inmundicia que paradójicamente la contaminan y la purifican a la vez, puesto que sus propios desechos emergían en la forma de una flor, un glifo centro mexicano que simboliza la sensualidad femenina y, por sugerencia, el parto, sobre el cual ella presidía. Los desechos humanos que los aztecas acopiaban para fertilizar sus campos decayeron en humus o tlazollalli (“inmundicia de la tierra”) que ellos creían se generaba en las entrañas de la diosa en la tierra subterránea de los muertos, un lugar indecible que irónicamente dio nacimiento al maíz sustentador de vida. Su nombre deriva de la raíz tlazolli, que significa no exactamente desecho, sino también vicio y enfermedad, ya que los aztecas le reconocían a ella sus fechorías sexuales en sus lechos de moribundos, historias vergonzosas que ella ávidamente consumía en la forma de excremento. La palabra azteca por desgracia literalmente significa estar manchado de excremento, aunque sus palabras para “oro” significan “divino excremento” o “el excremento del sol.” Con una paradoja similar, la alquimia reclamaba, y la apoya la psicología, que el oro de la transformación “es encontrado en la suciedad,” en estos mismos aspectos de la sustancia de uno el ego tiende a descartar como inferiores.

De carácter similar a Tlazolteotl es la diosa romana de las cloacas, Cloacina (Bourke, 127). Esta diosa toma su nombre del arroyo Cloaca que fluía a través del palúdico pantano del antiguo Fórum antes de que fuera dragado para convertirse en el principal albañal de Roma (Cloaca máxima), un sistema todavía intacto que llevaba los desperdicios de un millón de personas al mar (Horan, 11). Cloacina, cuyo nombre significa “Purificadora”, fue eventualmente asimilada a Venus y purificaba la relación sexual dentro del matrimonio. Tanto la diosa azteca como la romana realizaban su transformación ingiriendo la suciedad humana,  dando lugar de esta manera a la sensualidad desvergonzada en el matrimonio, coronada por el parto legítimado. Sin embargo, no toda nuestra “mierda” puede ser integrada; una porción pertenece a fuerzas psíquicas más allá de la comprensión de la vida consciente y debe ser lavada en un abismo, en lugar de ser usada para enriquecernos o fertilizar nuestro entorno (Perera, 104).

Las heces (del latín “sedimento” o “poso”) consisten de exceso de grasas tales como el colesterol, mucosas muertas desprendidas de la membrana que recubre el tubo digestivo y desechos de proteínas arrojadas por las bacterias intestinales que producen los olores sulfúricos de la flatulencia. Su típica coloración marrón es debida a células rojas de la sangre muertas, que también causan el ennegrecimiento de las deposiciones que acompañan la diarrea. Los niños con frecuencia conciben teorías escatológicas del parto, y ven sus excrementos como prueba de su propia magia creativa; los psicóticos son conocidos por embadurnarse con sus propias heces o tragarlas (coprofagia). Debido a que la defecación es usualmente un acto deliberado, su imaginería ha sido relacionada con aserción, expresión, voluntad, potencial creativo y transformación y también a las compulsiones que tienen que ver con control, dominación y retención (Whitmont, Perera, 146). Las imágenes excretoras con frecuencia evocan las circunstancias y asuntos relacionados a la canalización y contención de urgencias creativas. Aplicamos “constipado” figurativamente cuando sentimos una incapacidad creativa; lo que necesita salir no puede o no quiere, y la diarrea simbólicamente supone una descarga anormal, demasiado suelta, fuera de control de la propia sustancia. Aún en el amanecer de la consciencia, y bastante más allá, nuestros “excrementos” eran altamente valorados, como lo era el fértil excremento de animales reverenciados como el elefante y la vaca. Cuan extraordinario que desde nuestros más antiguos antecesores a Freud y Jung, la naturaleza divina del excremento ha sido intuida: “El valor más bajo se alía con el más alto” (CW 5:189) así que simbólicamente, la propia mierda realmente puede oler como una rosa.


Bourke, John Gregory. Scatologic Rites of All Nations. Washington, DC, 1891.
Horan, Julie L. The Porcelain God. Secaucus, NG, 1996.
Miller, Mary Ellen and Karl A. Taube. The Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya. NY, 1993.
Perera, Sylvia Brinton. The Scapegoat Complex. Toronto, 1986.
Whitmont, Edward C. and Sylvia Brinton Perera. Dreams, a Portal to the Source. London and NY, 1989.

(Tomado de The Book of Symbols – Aras – Taschen, 2010)

sábado, 12 de mayo de 2012

El cuchillo/La daga


Que el cuchillo de bronce de la antigua China esté hecho como una mano humana apretando la empuñadura por encima de la afilada hoja, resalta el carácter del cuchillo como emblema no solo de la supervivencia humana sino también del afilado borde de la consciencia humana que ha esculpido las estructuras de sus civilizaciones. Los cazadores de la Edad de Piedra usaban las primeras versiones del cuchillo para matar y desollar sus presas y convertir las pieles en ropa y cobijo. Dando tajos con sus cuchillos, cortando enredadas raíces y tupidos e impenetrables ramajes, abriéndose caminos, y eventualmente tallando diferentes materiales haciéndoles revelar sus formas emergentes. Un implemento esencial en los campos de guerra, la exploración y la aventura, en el taller, la cocina, el estudio de arte y la sala de operaciones, el cuchillo lleva consigo el instinto de matar pero también las energías de la sanación, la creatividad y la magia de la cocina con intimidad y sutileza.

El cuchillo no es un instrumento romo e impasible sino que simboliza la eficacia y la violencia de un filo cortante. Montado sobre una vara, el cuchillo se convierte en una lanza; extendido en su longitud, en una espada cuya versión más pequeña es la daga, especialmente ideada para herir (Enc. Brit. 28:721-2; 3:846). Ambos, cuchillos y dagas se distinguen como armas furtivas y de proximidad, que se pueden llevar ocultas. Usado a corta distancia donde víctima y atacante están separados por menos de la longitud del brazo, el cuchillo evoca las imágenes de muertos en combate cuerpo a cuerpo así como asesinatos sangrientos y mutilaciones, guerras de pandillas y decapitaciones, violencia súbita y traición de las que derivan lo metafórico: “apuñalar por la espalda” y “ojos como puñales”

Su capacidad para un rápido y preciso corte ha dado al cuchillo un lugar destacado en los rituales y en la iconografía de culturas tan variadas como la hebrea, celta, azteca e hindú, donde, como instrumento para dar muerte a las víctimas sacrificiales sobre altares sagrados, libera la libido de fertilización y renovación significada por la ofrenda de sangre. Instrumento tradicional de la circuncisión ritual de Abraham, el cuchillo se convirtió en el instrumento de un sacrificio simbólico que desde tiempos antiguos implica para el hombre judío la pérdida voluntaria de un aspecto de sí mismo para unirse a una alianza  sagrada superior (Mateo, 112). En el Budismo Tibetano, el phurba o daga del ritual mágico, encarna la acción compasiva de la iracunda deidad Vajrakilaya. La triple hoja del phurba significa las herramientas espirituales que cercenan las raíces de la ignorancia, el deseo y el odio, que envenenan la existencia humana (Beer, 246-7).

Aún hoy, el cuchillo sirve y representa simbólicamente al intelecto humano que corta a través de lo superfluo y confuso, analíticamente separa y diferencia, pero también es capaz de hacer disecciones llenas de soberbia y vacías de alma. El cuchillo está implicado en la intimidad perversa de la automutilación compulsiva y la búsqueda de la vivencia mediante el dolor. Psicológicamente se personifica en los ataques sorpresivos en las dinámicas inconscientes de afecto y agresión, que se encarnan en asaltantes que irrumpen con violencia y afligen nuestros sueños, o figuras míticas como el egipcio Set, cuyo atributo es el cuchillo de pedernal. El cuchillo puede representar un instrumento de destrucción absurda pero también es una insuperable herramienta de deconstrucción y adaptación. En palabras de T. S. Eliot, el cuchillo mítico, como el escalpelo del cirujano, “cuestiona la parte descompuesta”, la diestra herida que precede a la síntesis.

Beer, Robert. The Encyclopedia of Tibetan Symbols and Motifs. Boston, 1999.

Matthews, Boris. The Herder Dictionary of Symbols. Wilmette, IL, 1993.



(Tomado de The Book of Symbols – Aras – Taschen)