Los Daktyloi o “deditos”, son los diez hijos de la Gran Madre
Rhea. Ellos emergieron cuando, en los dolores del parto de Zeus, ella enterró
sus dedos en la tierra. Los Daktyloi son enanos artesanos, dotados y
generativos, que evocan la sabiduría y creatividad de los impulsos
inconscientes que la conciencia tiende a pasar por alto (ARAS, 2010)
Los enanos son generalmente considerados como los símbolos de
las fuerzas ocultas, del ingenio y del conocimiento de los tesoros escondidos;
juegan un rol ambiguo en las supersticiones populares, así son las criaturas
que pertenecen a un orden relativamente antiguo de la creación. En la época de
los gigantes encarnaban un universo anterior a la humanidad, ellos le temen a
los hombres y cuidan celosamente sus tesoros en las profundidades de la tierra;
a pesar de su pequeño tamaño disponen de una fuerza colosal y se dice que así
como los Korrigans los enanos de las leyendas bretonas edificaron los
megalitos. En la mitología escandinava, los enanos y los Albes, sobre todo los
Albes negros son tenidos por criaturas muy ingeniosas, pero muy hostiles hacia
los humanos ya que poseen poderes mágicos y uno no los puede vencer más que con
la trampa –por ejemplo, enseñándole a jugar a las adivinanzas y haciéndolos que
les llegue un rayo de sol que los golpee y los convierta en piedra. En razón
del sitio donde viven (las entrañas de la tierra), los enanos están en relación
con el mundo de los muertos y son considerados ellos mismos “en tanto que gente
pequeña” una suerte de criaturas del más allá. Las leyendas populares los
presentan como criaturas naturales difíciles de distinguir, caprichosas y
malvadas, pero que se pueden mostrar alguna vez serviciales y agradecidas.
Aparecen generalmente con la apariencia de viejos hombres pequeños, algunas
veces con patas de ave, -los “enanos de jardín” son símbolos de las energías
bondadosas que favorecen los productos de la tierra. Esta concepción se remonta
posiblemente a las teorías pre-cristianas sobre los misteriosos protectores de
los reinos ctónicos, y es Paracelso (1493-1541) que la formula al comienzo de
la época moderna (los gnomos guardianes del elemento tierra). En las leyendas
de los mineros criaturas similares aparecen también como guardianes de los
filones de metales preciosos, castigan a los mineros groseros, agalludos, pero
salvan a los mineros educados y corteses con ellos. –En lenguaje simbólico uno
pone sobre todo en el primer plano el carácter malicioso de los enanos así como
la ausencia de control sobre ellos mismos. –En el nuevo mundo, igualmente, (particularmente
en la América Central) las leyendas sobre los enanos son muy frecuentes, las
pequeñas criaturas naturales se asocian a las cavernas de la caza, la lluvia,
la fecundidad o a la sexualidad (“Chanekes” en Veracruz, “Tlaloques” en las
tierras aztecas). –En la mitología hindú el enano se llama Vamana es la quinta
encarnación (Avatar) del dios Vishnú es capaz de recorrer mundo en diez zancadas
y de aplastar al demonio Bali (Biedermann, 1989)
Símbolo ambivalente. Como los dáctilos, duendes, gnomos,
personificación de los poderes que quedan virtualmente fuera del campo
consciente. En el folklore y la mitología, aparecen como seres de inocente
carácter maléfico, con ciertos rasgos infantiles de conformidad con su pequeño
tamaño, pero también como entes protectores o cabiros (Grecia), siendo éste el
caso de los “enanos del bosque” de la Bella
durmiente. Según Jung, en el plano psicológico pueden considerarse como
guardianes del umbral del inconsciente (OC 12). Ahora bien, la pequeñez puede
ser también signo de deformidad, anormalidad e inferioridad y por ello, en las
imágenes de Shiva danzante, la deidad es representada bailando sobre el cuerpo
postrado de un demonio enano, el cual simboliza la “ceguera de la vida”, la
ignorancia del hombre (su pequeñez). La victoria sobre ese demonio significa obtener
la verdadera sabiduría. Es probable que un concepto similar animara al escultor
renacentista León Leoni, cuando esculpió la efigie de Carlos I dominando al
Furor (Cirlot, 1995)
Cabires: espíritus que permanecen aún hoy mayormente
en el misterio, los cabires aparecieron tanto ligados a Hefestos, el dios de la
forja, algunas veces como sus hijos, luego a Deméter y luego a los hermanos
gemelos de Helena, los dioscuros Castor y Pólux. Aparentemente originarios de
las cercanías de Troya, ellos eran venerados principalmente en la isla de Samotracia
donde les consagraban misterios casi tan importantes como los de Eléusis.
Herodoto cuenta que les adoraban en Egipto, pero parece que los griegos
antiguos tenían cierto rechazo a nombrarlos abiertamente sin duda porque,
probablemente fálicos por otra parte, los cabires remitían a la esencia misma
de la energía cósmica que animaba a los dioses mismos. Su simbolismo permanece
bastante vivo aún hoy desde que C. G. Jung, por ejemplo, los redescubrió
inconscientemente en sus experiencias interiores y hace referencia explícita: “cuando
estuve en Inglaterra yo tallé dos figuras semejantes a un pequeño anciano
esculpido en su infancia sobre una pequeña rama, … de hecho yo reproduje una
pequeña figura en tamaño más grande en piedra; ella se encuentra en mi jardín
de Küsnacht. Es en aquel momento que el inconsciente me ha sugerido el nombre,
nombrando a esta figura Atmavictu, breath
of life- soplo de vida… en el fondo, todo este conjunto es un cabire
envuelto en un manto en la Kista (ver Ciste: Arca, cofre), está provisto de una
fuerza vital” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos). Según M-L von Franz: "Los enanos, al contrario de los gigantes, no son personificaciones de los
afectos sino de los impulsos creativos".
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