martes, 12 de febrero de 2013

El hermafrodita/El andrógino


Llegar a ser uno es la meta de la vida humana. Orígenes y Gregorio Niseno distinguen un ser andrógino en el primer hombre creado a imagen de Dios. La deificación a la cual el hombre es convidado le permite hallar de nuevo tal androginia, perdida por el Adán diferenciado y restablecida gracias al nuevo Adán glorificado. … La androginia aparece como un símbolo de divinidad, de plenitud, de autarquía, de fecundidad, de creación. La bisexualidad divina se extiende a todos los grados de la participación. …La androginia aparece también como un signo de totalidad; restaura no solamente el estado del hombre original considerado como perfecto, sino el caos primitivo anterior a las separaciones creadoras; un caos que esta vez se ha vuelto ordenado, sin haber perdido nada de su riqueza, ni haber roto nada de su unidad. …Lo masculino y lo femenino no son sino uno de los aspectos de una multiplicidad de opuestos llamados a interpenetrarse de nuevo. …La Piedra filosofal se llama Rebis, “el ser doble… o el andrógino hermético… Rebis nace como consecuencia de la unión del Sol y de la Luna, o en términos alquímicos, de la unión entre el azufre y el mercurio”. …Toda oposición está llamada a abolirse por la unión de lo celestial y lo terrenal realizada por el hombre, cuya potencia debe ejercerse sobre el cosmos en su totalidad (Chevalier, 1999)

     
Desde el punto de vista de las ciencias humanas, y particularmente de la Psicología Analítica de C. G. Jung, esta concepción ha estado ligada al tema central de la totalidad del alma y del ser humano, ya que la tensión entre los dos polos no está siempre revestida de una significación sexual y que ella puede ser también interpretada según otros pares de opuestos donde las imágenes sexuales no serían más que los significantes. En la imaginería alquímica notablemente, el andrógino encarna los dos elementos originales que son azufre y mercurio (palabra por palabra “el azufre y el mercurio”, en sentido figurado “lo que arde y lo que fluye”): ellos están presentes en la materia original que constituye el punto de partida de la Gran Obra y después de una serie de purificaciones permite obtener la “piedra filosofal”, ellos representan la totalidad ideal. … La figura del andrógino expresa siempre la vuelta a la unidad original, a la totalidad del mundo paternal y maternal en su perfección divina donde se disuelven todas las oposiciones. La metamorfosis de Ovidio cuenta la historia de Hermafrodito donde el cuerpo está siempre fundido con el de la ninfa de las fuentes que se llama Salmasis; todos aquellos que venían a bañarse en la fuente se transformaba a su vez en hermafroditas (hermafrodito). Este tema ha golpeado bastante la imaginación humana por estar ampliamente tratado a través de los siglos y los cambios de cultura: Pierre Le Loyer en el siglo XVI, Tristán el eremita en el siglo XVII lo vuelven a utilizar en sus obras y la imagen del andrógino hará un retorno con mucha fuerza en la poesía romántica, pero sobre todo en la simbolista (Biedermann, 1989)


El Hermafrodita es una imagen que proviene de la alquimia y se hace posible, desde un plano interior, después de años de diferenciación: o sea, años de cortar, oponer y discriminar (Bly, 2004)