lunes, 20 de febrero de 2012

El Desmembramiento


(tomado de "El Libro de los Símbolos" - ARAS - Taschen)


El desmembramiento es una expresión mitopoyética del proceso de fragmentación y disolución, que puede llevar a la diferenciación y renovación. Pertenece a la familia de los “misterios de la muerte”, el desmembramiento evoca la fertilidad y resurrección, liberando la
líbido mediante la ruptura de las estructuras defensivas hasta que quedan solo los huesos de la personalidad, y se crea un nuevo cuerpo. Lo mágico de este proceso se produce mediante el sacrificio de la finitud y la estabilidad. Sobrevivir el desmembramiento lo inicia a uno en la profunda cercanía entre el sacrificio y la creación, el sufrimiento y la transformación.


Descrito en la imagen del desmembramiento de Watakame, el desarrollo de la totalidad es una muerte, un desmembramiento que crea formas de vida por conocer. El mito de la creación del mundo por desmembramiento de un ser primordial es universal: la carne del islandés Ymir se convierte en tierra, sus huesos se vuelven rocas, los dientes se vuelven grava, la calavera en el cielo. En Grecia el desmembrado falo de Urano crea a Afrodita, mientras que su sangre concibe a las Furias. En Babilonia, el héroe Marduk desmembró a la diosa Tiamat, y creó el cielo y la tierra con su cuerpo.


Los restos desmembrados de las victimas sacrificiales, un “ancestro primordial” o el individuo que hace sus veces, son usualmente formalmente distribuidos y luego quemados o comidos, dando lugar a las diferentes jerarquías (de la cabeza a los pies) tanto de la sociedad “corporativa” como del cosmos “orgánico”. Cada acto de desmembramiento recapitula la Creación. Cuando el dios indio de las 1.000-cabezas-y-pies Purusa fue desmembrado, las partes de su cuerpo crearon las diferentes castas. En Indonesia se imaginaban los alimentos básicos creciendo del cuerpo de una bella y rica princesa, desmembrada por aldeanos celosos. “Eres lo que comes” adquiere un significado simbólico como la asimilación de varios atributos psicológicos proyectados sobre el cuerpo, que son “comidos” para reanimarnos. Los divinos chivos expiatorios tales como Jesús fueron simbólicamente desmembrados para producir la renovación: por la ingesta del “cuerpo y la sangre” para salvar al espíritu e identificarse con el ancestro ideal.

En la imagen de la diosa Coyolxauhqui, la totalidad primordial también lleva al desmembramiento, pero al igual que el ciclo de la luna, la totalidad surge de nuevo.

Psicológicamente, nada se “pierde” por siempre, sino más bien somos transfigurados a través del efecto desmembrador de la perdida. La Multiplicidad surge de la Unidad, pero la Unidad es re-creada a partir de la Multiplicidad. Los dioses personifican la dinámica del desmembramiento, tal como Osiris, Dioniso y Kali, personifican los potenciales prospectivos de esta experiencia arquetipal: violencia, pérdida, dolor, pesar, catástrofe, privación, enfermedad, desesperación, envidia, furia y éxtasis inducen estados alterados que desmiembran soltando la personalidad de sus amarras habituales. El egipcio Osiris es desmembrado y esparcido por el envidioso Set, pero re-unido y reintegrado en otro nivel por su hermana/esposa Isis. En su “nuevo cuerpo” él engendro a Horus el hijo-rey, asumida autoridad del submundo y las partes enterradas de su viejo cuerpo “retoñaron” en varios lugares de culto en Egipto. Los frutos del desmembramiento son tanto una perspectiva más amplia y trascendente como una conexión profunda a los procesos inconscientes. Como proceso arquetipal, el desmembramiento es un “deshacer”, el cual efectúa la transformación en un registro diferente de la comprensión racional. Dioniso, que personifica el frenesí desmembrador del éxtasis, la posesión por manías y obsesiones inconscientes, expandiendo los límites y siendo despedazado, simboliza muchas formas de “locura” que desmiembran como un primer paso en la mágica fertilidad donde la disolución provee las semillas del renacimiento.

El desmembramiento es característico de la tradición de iniciación chamánica común a muchas culturas (Asia central, Siberia, Australia, Indo-Tibetana, Norte y Sur América, Nórdica).

Infligida por otros chamanes, espíritus demoníacos, enfermedad, sueños y locura, o “escogida” como autoiniciación por uno mismo mediante el retiro a la soledad o privación, el desmembramiento del “cuerpo viejo” del futuro chamán (muerte del ego) actúa como un regreso al estado de caos primordial, que permite un nuevo cuerpo “sobrenatural”, a un nuevo self nacer. Una disolución radical de la persona vieja regresa a uno “a los huesos”, a la esencia del ser. Esta es una forma de desarrollo psicológico, es más que una renovación o participación en ciclos naturales de muerte y creación. Eliade anota: “Los espíritus cortan la cabeza del sujeto, la ponen al lado, puesto que el candidato debe mirar su desmembramiento con sus propios ojos.” Después del desmembramiento del cuerpo, sus partes y órganos son alimentados a los espíritus de las enfermedades, que el chamán se enfrentará: reconocimiento de que el mundo imperecedero dentro del tiempo y del cambio otorga el poder de sanar. El cuerpo “sobrenatural” creado después del desmembramiento permite al chamán moverse entre esos mundos, encontrar las almas perdidas y curar la enfermedad.

El desmembramiento como iniciación se repite en la alquimia medieval occidental. En la imagen “el nigredo” del manuscrito Splendor Solis, la cabeza decapitada parece estar observando el desmembramiento de su cuerpo mientras también vuelve su mirada hacia su propio interior. Esto enfatiza la separación del cuerpo terrenal, que participa en los ciclos de muerte y renacimiento, y la “cabeza dorada”, el alma, que tiene una perspectiva diferente. Como “Hijos de la Cabeza Dorada”, los alquimistas también exploraron el hecho de que el hacerse completo incluye ser despedazado primero. El texto que el verdugo sostiene , dice: “Yo os he matado, para que vos podais recibir una vida super abundante, pero vuestra cabeza yo esconderé cuidadosamente, para que el mundo no puede veros y destruiros en la tierra; el cuerpo yo enterraré, para que pueda pudrirse y crecer y dar innumerables frutos (Fabricius, 100)

Eliade, Mircea. Shamanism. NY, 1964
Fabricius, Johannes. Alchemy. Copenhagen, 1976.


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