martes, 19 de febrero de 2013

El enano






Los Daktyloi o “deditos”, son los diez hijos de la Gran Madre Rhea. Ellos emergieron cuando, en los dolores del parto de Zeus, ella enterró sus dedos en la tierra. Los Daktyloi son enanos artesanos, dotados y generativos, que evocan la sabiduría y creatividad de los impulsos inconscientes que la conciencia tiende a pasar por alto (ARAS, 2010)

Los enanos son generalmente considerados como los símbolos de las fuerzas ocultas, del ingenio y del conocimiento de los tesoros escondidos; juegan un rol ambiguo en las supersticiones populares, así son las criaturas que pertenecen a un orden relativamente antiguo de la creación. En la época de los gigantes encarnaban un universo anterior a la humanidad, ellos le temen a los hombres y cuidan celosamente sus tesoros en las profundidades de la tierra; a pesar de su pequeño tamaño disponen de una fuerza colosal y se dice que así como los Korrigans los enanos de las leyendas bretonas edificaron los megalitos. En la mitología escandinava, los enanos y los Albes, sobre todo los Albes negros son tenidos por criaturas muy ingeniosas, pero muy hostiles hacia los humanos ya que poseen poderes mágicos y uno no los puede vencer más que con la trampa –por ejemplo, enseñándole a jugar a las adivinanzas y haciéndolos que les llegue un rayo de sol que los golpee y los convierta en piedra. En razón del sitio donde viven (las entrañas de la tierra), los enanos están en relación con el mundo de los muertos y son considerados ellos mismos “en tanto que gente pequeña” una suerte de criaturas del más allá. Las leyendas populares los presentan como criaturas naturales difíciles de distinguir, caprichosas y malvadas, pero que se pueden mostrar alguna vez serviciales y agradecidas. Aparecen generalmente con la apariencia de viejos hombres pequeños, algunas veces con patas de ave, -los “enanos de jardín” son símbolos de las energías bondadosas que favorecen los productos de la tierra. Esta concepción se remonta posiblemente a las teorías pre-cristianas sobre los misteriosos protectores de los reinos ctónicos, y es Paracelso (1493-1541) que la formula al comienzo de la época moderna (los gnomos guardianes del elemento tierra). En las leyendas de los mineros criaturas similares aparecen también como guardianes de los filones de metales preciosos, castigan a los mineros groseros, agalludos, pero salvan a los mineros educados y corteses con ellos. –En lenguaje simbólico uno pone sobre todo en el primer plano el carácter malicioso de los enanos así como la ausencia de control sobre ellos mismos. –En el nuevo mundo, igualmente, (particularmente en la América Central) las leyendas sobre los enanos son muy frecuentes, las pequeñas criaturas naturales se asocian a las cavernas de la caza, la lluvia, la fecundidad o a la sexualidad (“Chanekes” en Veracruz, “Tlaloques” en las tierras aztecas). –En la mitología hindú el enano se llama Vamana es la quinta encarnación (Avatar) del dios Vishnú es capaz de recorrer mundo en diez zancadas y de aplastar al demonio Bali (Biedermann, 1989)

Símbolo ambivalente. Como los dáctilos, duendes, gnomos, personificación de los poderes que quedan virtualmente fuera del campo consciente. En el folklore y la mitología, aparecen como seres de inocente carácter maléfico, con ciertos rasgos infantiles de conformidad con su pequeño tamaño, pero también como entes protectores o cabiros (Grecia), siendo éste el caso de los “enanos del bosque” de la Bella durmiente. Según Jung, en el plano psicológico pueden considerarse como guardianes del umbral del inconsciente (OC 12). Ahora bien, la pequeñez puede ser también signo de deformidad, anormalidad e inferioridad y por ello, en las imágenes de Shiva danzante, la deidad es representada bailando sobre el cuerpo postrado de un demonio enano, el cual simboliza la “ceguera de la vida”, la ignorancia del hombre (su pequeñez). La victoria sobre ese demonio significa obtener la verdadera sabiduría. Es probable que un concepto similar animara al escultor renacentista León Leoni, cuando esculpió la efigie de Carlos I dominando al Furor (Cirlot, 1995)
Cabires: espíritus que permanecen aún hoy mayormente en el misterio, los cabires aparecieron tanto ligados a Hefestos, el dios de la forja, algunas veces como sus hijos, luego a Deméter y luego a los hermanos gemelos de Helena, los dioscuros Castor y Pólux. Aparentemente originarios de las cercanías de Troya, ellos eran venerados principalmente en la isla de Samotracia donde les consagraban misterios casi tan importantes como los de Eléusis. Herodoto cuenta que les adoraban en Egipto, pero parece que los griegos antiguos tenían cierto rechazo a nombrarlos abiertamente sin duda porque, probablemente fálicos por otra parte, los cabires remitían a la esencia misma de la energía cósmica que animaba a los dioses mismos. Su simbolismo permanece bastante vivo aún hoy desde que C. G. Jung, por ejemplo, los redescubrió inconscientemente en sus experiencias interiores y hace referencia explícita: “cuando estuve en Inglaterra yo tallé dos figuras semejantes a un pequeño anciano esculpido en su infancia sobre una pequeña rama, … de hecho yo reproduje una pequeña figura en tamaño más grande en piedra; ella se encuentra en mi jardín de Küsnacht. Es en aquel momento que el inconsciente me ha sugerido el nombre, nombrando a esta figura Atmavictu, breath of life- soplo de vida… en el fondo, todo este conjunto es un cabire envuelto en un manto en la Kista (ver Ciste: Arca, cofre), está provisto de una fuerza vital” (Jung, Recuerdos, Sueños, Pensamientos). Según M-L von Franz: "Los enanos, al contrario de los gigantes, no son personificaciones de los afectos sino de los impulsos creativos".

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